Hurgando por el baúl de los recuerdos me tope con algunas fotografías que, me hicieron recordar una época muy florida, bella y también feliz.
Corrían los años de 1997, hecho un adolecente, recién salido de la secundaria con muchos sueños, metas, objetivos; mirando al mundo con optimismo, me encontraba siempre meditabundo, queriendo seguir mis instintos y luchar por un mañana mejor. Había postulado a una Universidad de Huánuco recién saliendo del colegio, pero ¡oh! Sorpresa, parecía que no había hecho la secundaria, estaba en la luna; reprobé la prueba y mucha gente me decía y hasta ahora se practica, que debemos hacer academia, una preparatoria más antes de poder ingresar a la Universidad. Que tal desfachatez. Es decir que la secundaria es solo un pasito más nomás; pues todo lo que no aprendiste bien en la secundaria o no te lo dictaron, tienes que aprenderlo en la academia, y la academia ¿que eslabón tiene dentro de la formación normal?, acaso los que tenemos bajos recursos económicos no podemos ingresar a una Universidad.
Me encontraba muy desilusionado, pues el 90 ó 95% de los ingresantes a la Universidad, necesariamente tenían que haber pasado por alguna academia. Estaba desorientado no crítico a mi colegio pues lo recuerdo con gran nostalgia y cariño, creo que se debe de mejorar el nivel de aprendizaje para el nivel secundario, en general digo no; no soy especialista en el tema solo es mi modesta opinión. Entonces no me queda otra que postular a un Instituto local, en mi tierra querida heroica por cierto, existían solo dos instituciones públicas superiores; una técnica y la otra pedagógica, pues era para elegir y no me cabía en la cabeza ser profesor, con el respeto a los docentes, entonces gracias a la beca que obtuve en secundaria pude tener mayor opción para continuar formándome académicamente; logre ingresar a la carrera de Computación e Informática, que por ese tiempo estaba en boga y era un de las carreras que recién estaban habilitadas para ese año. Entonces decidí seguir para adelante a cumplir los sueños y; “ser alguien en la vida”. Al menos lo intentaría; era raro ver tantas caras nuevas, gente desconocida, muchos que continuaban segunda o tercera carrera, es decir mas “viejitos”, ahí conocí a la quien ahora es mi esposa, hice grandes amigos que nos hicimos con el pasar de los días y; ¡oooh! (con el dedo índice apuntando hacia arriba), como decía un profesor de informática, caí rendido a los pies del deporte; el basquetbol.
Esto empezó a ser nuestra pasión, casi nuestro diario vivir, pues uno de los grandes amigos que conocí, Víctor (vaca de cariño) y Edgar (Tito)dos compañeros de aula que llegaron de otro colegio, habían tenido una muy buena formación como basquetbolistas, y quienes compartieron conmigo todas sus habilidades, además de Wilder, Ulises, Henry y a veces Grover, con quienes hacíamos deporte de los buenos, y que en los campeonatos interinstitutos, organizados anualmente debíamos y teníamos que tener una buena participación, así es que nos esforzábamos casi a diario, corríamos duro, practicábamos y preservábamos nuestra buena forma. No importaba las altas temperaturas de la mañana que llegaban hasta 12º bajo cero, pues salíamos a correr a las 4 de la mañana; tiempos aquellos que solo eran de deporte y estudios. Nos reuníamos con la “mancha”, a ver videos de grandes exhibiciones de basquetbol y toda una serie de actividades que los hacíamos todos juntos.
Aun todavía recuerdo que frecuentábamos muy a menudo casi a diario, la piscina que se había construido en el anexo de Huarmipuquio, ubicado a unos 7 kilómetros de la ciudad, a donde concurríamos con bicicletas o corriendo en horas de la mañana, pues los estudios eran a partir de las dos de la tarde, y nos daba tiempo para un buen chapuzón y estirar los músculos (ó lo que teníamos como bíceps), el agua era bombeada por una motobomba de un estanque que contienen aguas semi-termales a la piscina, tenía un cercado que no permitía el ingreso del viento.
Fui feliz en ese tiempo, compartí muchas buenas experiencias con Tito, Víctor, Wilder, Henry, Ulises, Grover y otros amigos del deporte, de quienes siempre tendré gratos recuerdos y a quienes siempre les tendré presente con la nostalgia del buen y lindo tiempo vivido.
“SE VIENE EL SILIST”, “SE VIENE EL SILIST”, “SE VIENE EL SILIST”.
Barrita que se solía hacer con el retumbar de tambores y silbidos, impuesto por el Director de ese entonces Profesor Juan Carvo Iparraguirre, amante del deporte, quien popularizó la barrita de ánimo que se hacia en los momentos deportivos. Gratos recuerdos.